Mucho te alegraste nieve de ser agua
para mis labios resecos y bálsamo en
la sien;
mucho lloraste al verte pisada,
apartada
de los caminos que con tu manto hiciste
bien.
Ayer, bramaste con ira de granizo y piedra,
luego, te deshiciste entre el miedo y
el sol
dejando los recodos de blanco mármol
y mostrar, así, el misterio de tu naturaleza.
Nieve, vuelve a ser copo eterno,
leve pluma, cristal, polvo de fugaz estrella
y escucharás en ti cantar al invierno
feliz por posarte y destilar agua a la tierra.
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