En los tratos fuiste muy ocurrente
eras atrevido, cordial, risueño;
¡hijo! no supe tu oculto sueño
pero sobresalías en el ambiente.
Tu ingenio lo conocía la gente,
pronto supiste del agua y el fuego;
todo para ti fue un gracioso juego,
mas te perdí, ¡qué fatal accidente!
Mis lágrimas fueron de cal y arena;
de verdad, no sabía qué me hacía.
un día amanecí ebria de tu pena,
decidí rezar, aunque no sabía,
y al punto me dijiste, voz morena:
"Si estoy a tu lado todo el día... "